Visto que entre el 30 de agosto y el 2 de
septiembre de 2016 en la UNRC se llevan adelante en el ámbito de la Facultad de
Ciencias Exactas las Jornadas Académicas “Reivindicando la
Ciencia: A 50 años de la Noche de los Bastones Largos” me gustaría exponer y retomar algunos
trabajos que lleve adelante sobre aquel hecho trágico para la ciencia argentina
y para la universidad pública. A continuación el detalle de aquellas publicaciones
que se hicieron como parte de mi tarea periodística en Prensa y Difusión de la
Universidad Nacional de Río Cuarto. .
A casi un mes de la caída del presidente, Arturo
Illia, que tuvo lugar el 28 de junio de
1966, la universidad argentina recibía el embate de los sectores
reaccionarios y conservadores de la sociedad, con una agresión de fuerte
impacto para el destino de los claustros y de
grave incidencia en el desarrollo de la ciencia, que llevó al exilio a
muy importantes intelectuales, que luego se destacaron en el extranjero, algunos
en Latinoamérica, muchos en Estados Unidos y otros en Europa.
Un mes más tarde del golpe el viernes 29 de
julio se difunde el decreto ley 16.912 que determina la intervención de las
universidades nacionales, la suspensión de la autonomía y el cese de la
soberanía de los órganos deliberativos colegiados y en cogobierno integrado por los distintos
claustros.
Aquella agresión rompió de cuajo un movimiento
científico e intelectual con epicentro en la Universidad de Buenos
Aires (UBA) y sobre todo en la
Facultad de Ciencias Exactas, donde se había logrado plasmar
una plataforma de trabajo para avanzar en la investigación y docencia de
disciplinas como matemática, meteorología, química e incluso se dieron los
primeros pasos en materia de computación en el país.
Rolando García y Manuel Sadosky, autoridades
de dicha Facultad, en aquel entonces,
fueron, entre otros, los promotores de aquella universidad reluciente de
debates y ambiciosa de conocimiento. También se vieron afectados las líneas de
trabajo y avances de corte progresista en las carreras de Psicología y de
Sociología.
El viernes 29 de
julio de 1966 en franca resistencia al gobierno militar, docentes y alumnos toman
el Rectorado de la
UBA y las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas,
Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina. El desalojo no se hizo
esperar, centralizándose esencialmente en la Facultad de Ciencias
Exactas, donde en horas de la noche se
estaba realizando una asamblea. Primero vinieron los gases lacrimógenos y la
acción disuasiva de la Policía Federal.
Luego las fuerzas represivas, a cargo del general Mario Fonseca, detuvieron a más de 400 participantes de aquella
asamblea. Los detenidos iban pasando por una fila india de Policías mientras
recibían los palazos en la cabeza. Más de 1300 docentes renunciaron a sus
puestos y los estudiantes se predispusieron a responder con violencia la
represión del nuevo Gobierno, lo que derivó con el paso de los meses en una
acción integrada con los trabajadores reflejada en acontecimientos como el “Cordobazo”
y en otros de gran violencia que ocurrieron a finales de la década ’60.
Los
sectores de derecha en un mundo bipolar veían en cualquier persona o
institución pensante “la amenaza marxista”. Esa Universidad que había tenido
una relación conflictiva con el peronismo, a partir del 1955 lograba conjugar esfuerzos
para llegar a mediados de la década del ´60 con perspectiva de un gran
crecimiento, lo que para muchos constituyó una “época de oro”. Con “La Noche de los Bastones
Largos” aquel proyecto intelectual quedó trunco.
La
represión tuvo coletazos en la propia UBA y en otros centros intelectuales de
todo el país. Por ejemplo, renunció el directorio de EUDEBA que bajo el lema
“Libros para todos”, con la dirección de Boris Spivacow, desde su creación en
1958 vendió más de 11 millones de libros, editó 802 títulos y reeditó 281
obras. En la Universidad Nacional
de Córdoba fueron suspendidos y echados más de la mitad de los docentes del
Instituto de Matemática Astronomía y Física (IMAF).
Profesor
Jorge Aguirre
El
profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNRC, Jorge Aguirre, quien
era alumno de Matemática de la UBA en 1966 decía tiempo atrás
al recordar aquellos hechos: “Mientras hay países que se empeñan en preservar
los glorias de su pasado, nosotros pareciera que hasta aquí lo que hemos hecho
es construir las ruinas de nuestro futuro, espero que esto no suceda en
adelante”.
Aguirre,
docente del Departamento de Ciencias de la Computación de la Facultad de Ciencias Exactas
de la UNRC, y
testigo de aquellos hechos, explicó: “Tuve la suerte de participar de aquel
periodo de oro de la universidad nacional basado en el espíritu de la Reforma de 1918. Puedo decir
-agregó- que desde 1958 una pléyade de hombres, un conjunto de
intelectuales, promovieron cambios muy importante en el sistema científico y en
la educación. Era una universidad de gran calidad y el daño que se le hizo al
país con la destrucción de aquel proyecto fue muy grande”.
Sostuvo que en su trayectoria profesional pasó después por el cierre del
Observatorio Nacional de Física Cósmica,
el cierre de la Escuela Superior
de Ciencias Informáticas, y vio morir el Programa Argentino Brasileño de
Informática. “Lamentablemente la ciencia
y la política en la
Argentina no han tenido continuidad. Se han hecho proyectos
que han crecido y florecido, muchos de ellos
han sido promisorios y sin embargo han quedado truncos”.
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