lunes, 22 de agosto de 2016

A 166 años de la muerte en el exilio del Libertador General San Martín




   A las  14 del 17 de agosto de 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia, moría el general José de San Martín. El fin de su vida abría las páginas de su  gloría. Nació en Yapeyú el 25 de febrero de 1788. A poca andar viajó con sus  padres a España y se enrolo en las filas del Ejército de español. De inteligencia lúcida y espíritu templado recibió el impacto de los grandes cambios que a finales del  Siglo XVIII y principios del XIX se produjeron en Europa.
Las ideas de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial Inglesa y su aprensión a los movimientos masónicos sembraron en él la convicción de que las monarquías absolutistas del viejo mundo eran anacrónicas y que el colonialismo español era una aberración para los pueblos americanos. 
Fue un hombre austero. Relata Felix Luna: “Siempre vivió modestamente, no le importaba el lujo, es sabido que después de liberar a Chile hizo que un sastre le diera vuelta su viejo uniforme en lugar de adquirir uno nuevo”.  Luna,   resalta también las cualidades del sentido del honor del Libertador y que no era codicioso por el  poder. “Después de triunfar en Chacabuco  y Maipú declinó convertirse en Director o dictador del pueblo trasandino. En Perú debió hacerse cargo del Protectorado porque no existían allí, en ese momento, elementos orgánicos y confiables para formar un gobierno. Pero después de Guayaquil, cuando percibió que su presencia en el poder de Lima suscitaba recelos en la opinión local, dejó el cargo, devolvió su autoridad al Congreso y abandonó el territorio que había liberado”.
Con la entrada del nuevo siglo algunos jóvenes historiadores se animaron “a bajarlo del bronce” y mostraron su lado humano. Era duro con su tropa y con el enemigo pero hacia un culto de la justicia. Gustaba de vez en cuando empuñar una guitarra  y empinarse un buen vino. No esquivaba tampoco la belleza femenina.
Tanto se lo desmitificó que alguien puso en  duda  hasta si era hijo de  Gregoria Matorras. El historiador Hugo Chumbita sorprendió cuando expresó tras diversas investigaciones y estudios documentados y otros relatos orales que en realidad San  Martín había sido hijo de Rosa Guarú quien trabajaba en el servicio doméstico en casa de Diego de Alvear en las misiones jesuíticas, quien sería el padre del gran libertador según esta postura. Diego de Alvear fue el padre de Carlos María de Alvear, también héroe de la independencia, a la postre gran amigo de San Martín hasta que chocaron los intereses personales y se rompió la amistad entre ellos. Otra postura más escéptica sostiene que lo de Rosa Guarú está cerca de la leyenda, más que de la verdad. De todas maneras algunas referencias a San Martin lo describen físicamente con aspecto mestizo y algunos le decían el Tape de Yapeyú o el Cholo de Misiones.
En 1812 llegó a Buenos Aires  y si bien no fue gentilmente recibido se le encomendó la formación del escuadrón de Granaderos a Caballos. La participación que tuvo en las grandes batallas de la Europa de la época despertó sus cualidades estratégicas lo que le permitió avizorar  la inutilidad de continuar enfrentando al “Godo” por el norte del país y que era necesario el epopéyico esfuerzo de cruzar los Andes para avanzar sobre Chile. Desde allí vía Pacífico dar un golpe mortal al centro defensivo de los realista en Lima, Perú.
Su formación estratégica más significativa la adquirió en las reuniones  de los altos mandos españoles encabezados por el general Francisco Javier Solano, de quien fuera edecán mientras servía la corona todavía. Aquellos aprendizajes y su participación en grandes batallas como  Bailen y La Abuera le dieron dote de mando y gran capacidad de análisis militar lo que fue central en sus posteriores triunfos en América. 
Patricia Pasquali sostiene que en la personalidad del joven soldado tuvo una fuerte influencia el cruce de los pirineos hacia Francia para defender al rey de España contra los liberales franceses que dieron por tierra con Luis XVI. Aquella experiencia marco a San Martín y al pasar de los años siempre la tuvo en cuenta en su “vademécum” estratégico. 
Expresó en algunas de sus reflexiones: Yo serví en el Ejército español en la Península desde la edad de trece a treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de Caballería. En una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar.”


En Río Cuarto 
Durante la campaña de los Andes, el Libertador San Martín, pasó varias  veces por el territorio que es en la actualidad el Departamento de Río Cuarto recorriendo el camino de posta entre Buenos Aires y Mendoza. Este camino al cruzar la provincia de Córdoba unía en línea recta la actual Villa María con Achiras y corría al Norte de la Frontera Sur para evitar el peligro de las invasiones de los indios. No pasaba en consecuencia por la ciudad de Río Cuarto. Las principales postas de la región de Río Cuarto eran Tegua, Corral de las Barrancas (hoy Coronel Baigorria), tambo La Aguada (cerca de Cuatro Vientos), Barranquita y Achiras.
El historiador local, Carlos Mayol Laferrere indica: “El primer paso se produjo en 1814, hay constancias que el 31 de agosto traspuso el Canal de las Barrancas y el 1 de septiembre Achiras”. Venía del Norte e iba Mendoza. El último pasó por la región fue en 1823 de regreso de Perú, rumbo a Buenos Aires, previo a su exilio en Europa.
Por la ciudad de Río Cuarto propiamente dicha pasó dos veces. Convocado por el Director Supremo entrante José Rondeau en 1819 y en plena campaña del Perú, San Martín pasó por la Villa del Río Cuarto en los primeros días de octubre y se sabe que llegó a La Carlota donde habría sido anoticiado de que tropas santafecinas se aprestaban a detenerlo en el marco de las disputas internas entre federales y unitarios,  con lo cual decide su regreso a Mendoza.
Víctor Barrionuevo Imposti, en su obra excelentemente documentada, Historia de Río Cuarto, Tomo I, páginas 168, dice:  “La noticia de que llegaría una fuerte expedición realista al Río de la Plata, indujo al Directorio a llamar a San Martín en consulta, a mediados de 1819. Y éste también quería ir, para acordar “las ulteriores operaciones del Perú”.  Marchó pues por el camino de postas y el 10 de octubre de 1819 llegó a la Villa de Río Cuarto.
El párroco, que era el Maestro Valentín Tissera, escribiría al Obispado diciendo que el Libertador, durante su breve estancia en la Villa, lo había reconvenido por tener como Teniente Cura a Fray Ramón Cárdenas (a quien el había desterrado de Chile), y que “de ninguna manera siguiera más tiempo de ayudante (de la parroquía), por ser contrario al sistema público de la libertad del país”. El episodio ha permitido probar el paso de San Martín por Río Cuarto en la fecha indicada.
Acortando camino por las guardias de la frontera. San Martín llegó al día siguiente a La Carlota donde fue informado de que los “montoneros” santafecinos habían roto las hostilidades y bloqueaban los caminos. Decidió entonces no continuar su marcha y recabar nuevas instrucciones.
Al pasar de vuelta por la Villa de Río Cuarto (12.10.1819), San Martín lo avisó al gobernador de Córdoba; y este le pidió que mandase alertar las fuerzas de San Luis para auxiliar al Comandante Lucas Adaro, en el caso de que los santafecinos atacaran algún punto de la Frontera del Sur”. 


Fuentes:
-Materiales varios sobre el paso de San Martín por Río Cuarto. Archivo Histórico Municipal.
-El General San Martín pasó dos veces por Río Cuarto por Carlos Mayol Laferrere, Diario Puntal, 17 de agosto de 1997, página 33.
-San Martín: el militar apasionado, el amigo fiel, el abuelo ejemplar por Marcelo Irastorza, Diario Puntal , 17 de agosto de 1997, página 32.
-La estatua y el compadre criollo por Feliz Luna, Suplemento Cultura del Diario La Nación, 16 de agosto de 1998.
-Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río Cuarto, Tomo I, Buenos Aires, noviembre de 1986.
-Chumbita, Hugo, El Secreto de Yapeyú, Octubre Editorial, 2001.
-Pascuali, Patricia, “La fuerza de la misión y la soledad de la gloria”. Editorial Planeta, 2000, Buenos Aires.

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