A las
14 del 17 de agosto de 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia, moría el general
José de San Martín. El fin de su vida abría las páginas de su gloría. Nació en Yapeyú el 25 de febrero de
1788. A poca andar viajó con sus padres
a España y se enrolo en las filas del Ejército de español. De inteligencia
lúcida y espíritu templado recibió el impacto de los grandes cambios que a
finales del Siglo XVIII y principios del
XIX se produjeron en Europa.
Las ideas de la Revolución Francesa y de la
Revolución Industrial Inglesa y su aprensión a los movimientos masónicos
sembraron en él la convicción de que las monarquías absolutistas del viejo
mundo eran anacrónicas y que el colonialismo español era una aberración para
los pueblos americanos.
Fue un hombre austero. Relata Felix Luna:
“Siempre vivió modestamente, no le importaba el lujo, es sabido que después de
liberar a Chile hizo que un sastre le diera vuelta su viejo uniforme en lugar
de adquirir uno nuevo”. Luna, resalta también las cualidades del sentido del
honor del Libertador y que no era codicioso por el poder. “Después de triunfar en Chacabuco y Maipú declinó convertirse en Director o
dictador del pueblo trasandino. En Perú debió hacerse cargo del Protectorado
porque no existían allí, en ese momento, elementos orgánicos y confiables para
formar un gobierno. Pero después de Guayaquil, cuando percibió que su presencia
en el poder de Lima suscitaba recelos en la opinión local, dejó el cargo,
devolvió su autoridad al Congreso y abandonó el territorio que había liberado”.
Con la entrada del nuevo siglo algunos
jóvenes historiadores se animaron “a bajarlo del bronce” y mostraron su lado
humano. Era duro con su tropa y con el enemigo pero hacia un culto de la
justicia. Gustaba de vez en cuando empuñar una guitarra y empinarse un buen vino. No esquivaba
tampoco la belleza femenina.
Tanto se lo desmitificó que alguien puso
en duda
hasta si era hijo de Gregoria
Matorras. El historiador Hugo Chumbita sorprendió cuando expresó tras diversas
investigaciones y estudios documentados y otros relatos orales que en realidad
San Martín había sido hijo de Rosa Guarú
quien trabajaba en el servicio doméstico en casa de Diego de Alvear en las
misiones jesuíticas, quien sería el padre del gran libertador según esta
postura. Diego de Alvear fue el padre de Carlos María de Alvear, también héroe
de la independencia, a la postre gran amigo de San Martín hasta que chocaron
los intereses personales y se rompió la amistad entre ellos. Otra postura más
escéptica sostiene que lo de Rosa Guarú está cerca de la leyenda, más que de la
verdad. De todas maneras algunas referencias a San Martin lo describen
físicamente con aspecto mestizo y algunos le decían el Tape de Yapeyú o el
Cholo de Misiones.
En 1812 llegó a Buenos Aires y si bien no fue gentilmente recibido se le
encomendó la formación del escuadrón de Granaderos a Caballos. La participación
que tuvo en las grandes batallas de la Europa de la época despertó sus
cualidades estratégicas lo que le permitió avizorar la inutilidad de continuar enfrentando al
“Godo” por el norte del país y que era necesario el epopéyico esfuerzo de
cruzar los Andes para avanzar sobre Chile. Desde allí vía Pacífico dar un golpe
mortal al centro defensivo de los realista en Lima, Perú.
Su formación estratégica más significativa
la adquirió en las reuniones de los
altos mandos españoles encabezados por el general Francisco Javier Solano, de
quien fuera edecán mientras servía la corona todavía. Aquellos aprendizajes y
su participación en grandes batallas como Bailen y La Abuera le dieron dote de mando y
gran capacidad de análisis militar lo que fue central en sus posteriores
triunfos en América.
Patricia Pasquali sostiene que en la
personalidad del joven soldado tuvo una fuerte influencia el cruce de los
pirineos hacia Francia para defender al rey de España contra los liberales
franceses que dieron por tierra con Luis XVI. Aquella experiencia marco a San
Martín y al pasar de los años siempre la tuvo en cuenta en su “vademécum”
estratégico.
Expresó en algunas
de sus reflexiones: “Yo
serví en el Ejército español en la Península desde la edad de trece a treinta y
cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de Caballería. En una reunión
de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos acaecidos en
Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro
nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues
calculábamos se había de empeñar.”
En Río Cuarto
Durante la campaña de los Andes, el
Libertador San Martín, pasó varias veces
por el territorio que es en la actualidad el Departamento de Río Cuarto
recorriendo el camino de posta entre Buenos Aires y Mendoza. Este camino al
cruzar la provincia de Córdoba unía en línea recta la actual Villa María con
Achiras y corría al Norte de la Frontera Sur para evitar el peligro de las
invasiones de los indios. No pasaba en consecuencia por la ciudad de Río
Cuarto. Las principales postas de la región de Río Cuarto eran Tegua, Corral de
las Barrancas (hoy Coronel Baigorria), tambo La Aguada (cerca de Cuatro
Vientos), Barranquita y Achiras.
El historiador local, Carlos Mayol Laferrere
indica: “El primer paso se produjo en 1814, hay constancias que el 31 de agosto
traspuso el Canal de las Barrancas y el 1 de septiembre Achiras”. Venía del
Norte e iba Mendoza. El último pasó por la región fue en 1823 de regreso de
Perú, rumbo a Buenos Aires, previo a su exilio en Europa.
Por la ciudad de Río Cuarto propiamente
dicha pasó dos veces. Convocado por el Director Supremo entrante José Rondeau
en 1819 y en plena campaña del Perú, San Martín pasó por la Villa del Río
Cuarto en los primeros días de octubre y se sabe que llegó a La Carlota donde
habría sido anoticiado de que tropas santafecinas se aprestaban a detenerlo en
el marco de las disputas internas entre federales y unitarios, con lo cual decide su regreso a Mendoza.
Víctor Barrionuevo Imposti, en su obra
excelentemente documentada, Historia de Río Cuarto, Tomo I, páginas 168,
dice: “La noticia de que llegaría una
fuerte expedición realista al Río de la Plata, indujo al Directorio a llamar a
San Martín en consulta, a mediados de 1819. Y éste también quería ir, para
acordar “las ulteriores operaciones del Perú”.
Marchó pues por el camino de postas y el 10 de octubre de 1819 llegó a
la Villa de Río Cuarto.
El párroco, que era el Maestro Valentín Tissera, escribiría al Obispado
diciendo que el Libertador, durante su breve estancia en la Villa, lo había
reconvenido por tener como Teniente Cura a Fray Ramón Cárdenas (a quien el
había desterrado de Chile), y que “de ninguna manera siguiera más tiempo de
ayudante (de la parroquía), por ser contrario al sistema público de la libertad
del país”. El episodio ha permitido probar el paso de San Martín por Río Cuarto
en la fecha indicada.
Acortando camino por las
guardias de la frontera. San Martín llegó al día siguiente a La Carlota donde
fue informado de que los “montoneros” santafecinos habían roto las hostilidades
y bloqueaban los caminos. Decidió entonces no continuar su marcha y recabar
nuevas instrucciones.
Al pasar de vuelta por la Villa
de Río Cuarto (12.10.1819), San Martín lo avisó al gobernador de Córdoba; y
este le pidió que mandase alertar las fuerzas de San Luis para auxiliar al
Comandante Lucas Adaro, en el caso de que los santafecinos atacaran algún punto
de la Frontera del Sur”.
Fuentes:
-Materiales varios sobre el paso de San Martín
por Río Cuarto. Archivo Histórico Municipal.
-El General San Martín pasó dos veces por Río
Cuarto por Carlos Mayol Laferrere, Diario Puntal, 17 de agosto de 1997, página
33.
-San Martín: el militar apasionado, el amigo
fiel, el abuelo ejemplar por Marcelo Irastorza, Diario Puntal , 17 de agosto de
1997, página 32.
-La estatua y el compadre criollo por Feliz
Luna, Suplemento Cultura del Diario La Nación, 16 de agosto de 1998.
-Barrionuevo Imposti, Víctor, Historia de Río
Cuarto, Tomo I, Buenos Aires, noviembre de 1986.
-Chumbita, Hugo, El Secreto de Yapeyú, Octubre
Editorial, 2001.
-Pascuali, Patricia, “La fuerza de la misión y la soledad de la gloria”.
Editorial Planeta, 2000, Buenos Aires.
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