Este artículo fue redactado el 14/09/2014 y aumentado el
12/09/2016
RIO CUARTO: Un nuevo 11 de septiembre nos pone ante la
posibilidad de reflexionar sobre la vida Domingo Faustino Sarmiento. Una
posibilidad sin duda interesante habido cuenta de los diversos matices de la
vida del sanjuanino o como lo llamara el historiador Ignacio García Hamilton del Cuyano
Alborotador. Y nos ponemos en esta empresa, nada fácil claro está.
De chico cultivó el amor por la lectura. Su padre era
arriero así que pasaba varias horas con su madre doña Paula Albarracín que a
poca edad lo puso a trabajar en la tienda de un pariente. Sarmiento
entusiasmado por la lectura cerraba la puerta del negocio para poder avanzar
con los libros en contra posición de los ingresos del almacén. Así se
fortaleció su vocación por la lectura. Era un acérrimo lector y desde muy
pequeño. A los 15 años se fue a San Luis
donde enseñaba en una humilde escuela de San Francisco del Monte de Oro.
Podemos decir que como persona, como, docente, como funcionario,
como gobernador de San Juan y como Presidente primó en él la ideología que la
educación pública era la base del crecimiento de un país. Fundó así tras
diversas experiencias en Europa y sobre todo en Estados Unidos el sistema de
escuelas normales en el país con la implementación fundamental del magisterio,
es decir de la formación de maestros. Durante su presidencia (1868-1874) se
puso en marcha la Ley 354/69 de creación de escuelas normales. Los primeros
maestros eran de origen norteamericanos pero
luego se fueron poblando las escuelas de maestros egresados de las normales
dándose de esta manera un primer paso esencial para la fundación del sistema
gratuito y público de enseñanza.
Algunas de las
escuelas normales que se destacaron fueron la de Paraná, San Nicolás, Mercedes,
Rosario, Azul, La Plata. El 2 de abril de 1888 se fundó en Río Cuarto la
“Escuela Normal Mixta” cuyo primer director fue Sebastián Vera, a la sazón
egresado de la Escuela Normal de Paraná.
Otras facetas de
Sarmiento
Pese a su
convicción en favor de la educación pública Sarmiento era eurocentrista y
desdeñada, en general, a los caudillos,
a los pueblos originarios y a los
criollos. Era unitario y sentía un manifiesto desprecio por los federales a
quienes estigmatizó cuando sostuvo la dicotomía civilización y barbarie.
Como buen eurocentrista promovió la inmigración del viejo continente en la esperanza de
atraer a las pampas nuestras a alemanes y franceses aunque vinieron italianos en su mayoría y
españoles, entre otros. Estos inmigrantes italianos eran muy pobres pero sabían
trabajar la tierra y fueron una de las bases de lo que sería dos décadas
después el llamado “granero del mundo”.
Los inmigrantes aportaron el trabajo, eran los peones, pero el capital y la tierra lo aportaron los
estancieros argentinos que explotaron en gran manera a los inmigrantes y a los
criollos campesinos. Hoy tras muchos
años de padecimiento descendientes de esos inmigrantes son en varios casos propietarios de pequeños y medianos campos.
Además fue un
gran escritor, uno de los fundadores de la literatura argentina. Marcó un hito
cuando proporcionó a las letras nacionales su magnífica obra Facundo
Civilización o Barbarie, a la que sumó otros trabajos. Desde el Facundo
desmenuzó con fi no criterio y elocuencia maestra su ideología acerca de la
controversia que dividió a las Provincias Unidas del Río de la Plata durante
más de cuarenta años: federales/unitarios, provincias/Buenos Aires.
También echo mano
a la pluma cuando fundó en 1839 diario El Zonda desde donde hostigo a sus
enemigos políticos tras su regreso de Chile a donde había debido partir al
exilio en 1831 disgustado con Facundo Quiroga y el gobernador Nazario
Benavidez. El propio Benavidez no tolera
más sus desplantes y lo obliga a su segundo exilio en 1839 en el país trasandino. Esta
vez fue cuando antes de cruzar la cordillera escribió en francés la emblemática
frase: “Bárbaros, las ideas no se matan” -“On ne tue point les idées”-. Esta
vez escribió en varios diarios del vecino país pero el más importante fue el
Mercurio y no desperdició ocasión para atacar a su verdadero y sustancial
enemigo: Juan Manuel de Rosas. También fundó el diario El Progreso.
Luego a su regreso, la participación en el Ejército Grande
de Justo José de Urquiza, la gobernación de San Juan, la Presidencia de la
Nación y la guerra sin cuartel a los caudillos, más el final de la guerra con
el Paraguay.
Más allá de las aristas, unas muy buenas y otras no
tanto, de la vida del Sarmiento, en el
imaginario colectivo se lo recuerda cada
año como el fundador de la educación pública moderna en la Argentina.
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