lunes, 12 de septiembre de 2016

Sarmiento, los cimientos del magisterio y de la educación pública



Este artículo fue redactado el 14/09/2014 y aumentado el 12/09/2016

RIO CUARTO: Un nuevo 11 de septiembre nos pone ante la posibilidad de reflexionar sobre la vida Domingo Faustino Sarmiento. Una posibilidad sin duda interesante habido cuenta de los diversos matices de la vida del sanjuanino o como lo llamara el historiador  Ignacio García Hamilton del Cuyano Alborotador. Y nos ponemos en esta empresa, nada fácil claro está.
De chico cultivó el amor por la lectura. Su padre era arriero así que pasaba varias horas con su madre doña Paula Albarracín que a poca edad lo puso a trabajar en la tienda de un pariente. Sarmiento entusiasmado por la lectura cerraba la puerta del negocio para poder avanzar con los libros en contra posición de los ingresos del almacén. Así se fortaleció su vocación por la lectura. Era un acérrimo lector y desde muy pequeño.  A los 15 años se fue a San Luis donde enseñaba en una humilde escuela de San Francisco del Monte de Oro.
Podemos decir que como persona, como, docente, como funcionario, como gobernador de San Juan y como Presidente primó en él la ideología que la educación pública era la base del crecimiento de un país. Fundó así tras diversas experiencias en Europa y sobre todo en Estados Unidos el sistema de escuelas normales en el país con la implementación fundamental del magisterio, es decir de la formación de maestros. Durante su presidencia (1868-1874) se puso en marcha la Ley 354/69 de creación de escuelas normales. Los primeros maestros eran  de origen norteamericanos pero luego se fueron poblando las escuelas de maestros egresados de las normales dándose de esta manera un primer paso esencial para la fundación del sistema gratuito y público de enseñanza.
    Algunas de las escuelas normales que se destacaron fueron la de Paraná, San Nicolás, Mercedes, Rosario, Azul, La Plata. El 2 de abril de 1888 se fundó en Río Cuarto la “Escuela Normal Mixta” cuyo primer director fue Sebastián Vera, a la sazón egresado de la Escuela Normal de Paraná.

Otras facetas de Sarmiento
 Pese a su convicción en favor de la educación pública Sarmiento era eurocentrista y desdeñada, en general,  a los caudillos, a los pueblos originarios  y a los criollos. Era unitario y sentía un manifiesto desprecio por los federales a quienes estigmatizó cuando sostuvo la dicotomía civilización y barbarie.
Como buen eurocentrista promovió la inmigración  del viejo continente en la esperanza de atraer a las pampas nuestras a alemanes y franceses  aunque vinieron italianos en su mayoría y españoles, entre otros. Estos inmigrantes italianos eran muy pobres pero sabían trabajar la tierra y fueron una de las bases de lo que sería dos décadas después el  llamado “granero del mundo”. Los inmigrantes aportaron el trabajo, eran los peones,  pero el capital y la tierra lo aportaron los estancieros argentinos que explotaron en gran manera a los inmigrantes y a los criollos campesinos.  Hoy tras muchos años de padecimiento descendientes de esos inmigrantes son en  varios casos propietarios  de pequeños y medianos campos.
  Además fue un gran escritor, uno de los fundadores de la literatura argentina. Marcó un hito cuando proporcionó a las letras nacionales su magnífica obra Facundo Civilización o Barbarie, a la que sumó otros trabajos. Desde el Facundo desmenuzó con fi no criterio y elocuencia maestra su ideología acerca de la controversia que dividió a las Provincias Unidas del Río de la Plata durante más de cuarenta años: federales/unitarios, provincias/Buenos Aires.
  También echo mano a la pluma cuando fundó en 1839 diario El Zonda desde donde hostigo a sus enemigos políticos tras su regreso de Chile a donde había debido partir al exilio en 1831 disgustado con Facundo Quiroga y el gobernador Nazario Benavidez.  El propio Benavidez no tolera más sus desplantes y lo obliga a su segundo exilio en 1839 en el país trasandino. Esta vez fue cuando antes de cruzar la cordillera escribió en francés la emblemática frase: “Bárbaros, las ideas no se matan” -“On ne tue point les idées”-. Esta vez escribió en varios diarios del vecino país pero el más importante fue el Mercurio y no desperdició ocasión para atacar a su verdadero y sustancial enemigo: Juan Manuel de Rosas. También fundó el diario El Progreso.
Luego a su regreso, la participación en el Ejército Grande de Justo José de Urquiza, la gobernación de San Juan, la Presidencia de la Nación y la guerra sin cuartel a los caudillos, más el final de la guerra con el Paraguay.
Más allá de las aristas, unas muy buenas y otras no tanto, de la vida del Sarmiento,  en el imaginario colectivo  se lo recuerda cada año como el fundador de la educación pública moderna en la Argentina.

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