Sin dudas que
fue un hombre que conllevó la admiración de algunos y el odio de otros pero
tuvo una fuerte presencia en la vida pública primero de su ciudad y de su provincia
San Juan y luego a nivel nacional.
Participó en
las guerras civiles post-independencia en favor del bando unitario, lo que le
valió el exilio a Chile al menos en dos oportunidades.
Fue enemigo
acérrimo de Facundo Quiroga y de Juan
Manuel de Rosas y acentúo su persecución despiadada de los últimos caudillos
cuando ocupó los más importantes cargos políticos de la Nación, entre ellos el
de Presidente.
También perteneció
a la generación de dirigentes que vieron con buenos ojos la campaña al desierto
y la Guerra con el Paraguay.
Sin embargo
podemos decir que como persona, como, docente, como funcionario, como
gobernador de San Juan y como Presidente primó en él la ideología que la
educación pública era la base del crecimiento de un país.
Durante su presidencia (1868-1874) se puso en
marcha la Ley 354/69 de creación de escuelas normales. Los primeros maestros
eran de origen norteamericanos pero
luego se fueron poblando las escuelas de maestros egresados de las normales
dándose de esta manera un primer paso esencial para la fundación del sistema
gratuito y público de enseñanza.
Algunas de las
escuelas normales que se destacaron fueron la de Paraná, San Nicolás, Mercedes,
Rosario, Azul, La Plata. El 2 de abril de 1888 se fundó en Río Cuarto la
“Escuela Normal Mixta” cuyo primer director fue Sebastián Vera, a la sazón
egresado de la Escuela Normal de Paraná.
Su vocación era
muy clara en favor de la educación: a
los 15 años se fue a San Luis donde enseñaba en una humilde escuela de San
Francisco del Monte de Oro.
Pese a su convicción en favor de la educación
pública Sarmiento era eurocentrista y promovió la inmigración del viejo
continente en la esperanza de atraer a las pampas nuestras a alemanes y
franceses aunque vinieron italianos en
su mayoría y españoles, entre otros.
Además fue un
gran escritor, uno de los fundadores de la literatura argentina. Marcó un hito
cuando proporcionó a las letras nacionales su magnífica obra Facundo
Civilización o Barbarie, a la que sumó otros trabajos.
Fundó en 1839 diario El Zonda desde donde
hostigo a sus enemigos políticos tras su regreso de Chile a donde había debido
partir al exilio en 1831 disgustado con Facundo Quiroga y el gobernador Nazario
Benavidez. El propio Benavidez no tolera
más sus desplantes y lo obliga a su segundo exilio en 1839 en el país
trasandino.
Esta vez fue
cuando antes de cruzar la cordillera escribió en francés la emblemática frase:
“Bárbaros, las ideas no se matan” -“On ne tue point les idées”-.
Escribió en varios diarios del vecino país
pero el más importante fue el Mercurio y no desperdició ocasión para atacar a
su verdadero y sustancial enemigo: Juan Manuel de Rosas. También fundó el
diario El Progreso.
Luego su
regreso, la participación en el Ejército Grande de Justo José de Urquiza y la
batalla de Caseros.
En 1862 fue Gobernador de San Juan y en 1968
fue electo Presidente de la República. Fundó el Observatorio Astronómico de
Córdoba, el Colegio Militar y la Escuela Naval, se crearon más de 800 escuelas
en el país, se extendió la red ferroviaria y telegráfica, fundó el zoológico y
el Jardín Botánico de Buenos Aires. Y concretó el primer censo nacional. Cuando
termino su presidencia fue senador y director de Escuelas de la Provincia de Buenos
Aires.
En 1887 viajó al
Paraguay por motivos de salud donde
murió el 11 de setiembre de 1888. Había nacido en San Juan el 15 de febrero de
1811.